El mito surge de la necesidad de explicar el origen y la forma de las cosas, sus funciones y propósitos, los poderes de lo divino sobre la naturaleza y los hombres.
Se trata de un relato, creado por un narrador que tiene credibilidad ante la sociedad, poder de liderazgo y dominio del lenguaje convincente.
Es el narrador quien construye el esquema del mito, pero sólo nace y se consolida a través de la aceptación colectiva, es decir, el mito sólo existe cuando es aceptado por las personas. Esto es lo que le da vida al mito.
Funciones
El mito tiene tres funciones principales:
Explicar
El presente se explica por alguna acción que ocurrió en el pasado, cuyos efectos no fueron borrados por el tiempo, por ejemplo, existe una constelación porque, hace muchos años, niños fugitivos y hambrientos murieron en el bosque, pero una diosa los llevó al cielo y los convirtió en estrellas.
Organizar
El mito organiza las relaciones sociales para legitimar y determinar un complejo sistema de permisos y prohibiciones.
El mito de Edipo existe en varias sociedades y tiene la función de asegurar la prohibición del incesto, por ejemplo. El «castigo» dirigido a los que no obedecen las reglas actúa como «intimidación» y asegura que se mantenga el mito.
Compensar
El mito dice algo que sucedió y que ya no es posible que suceda, pero que sirve tanto para compensar a los seres humanos por alguna pérdida, como para asegurarles que este error ha sido corregido en el presente, ofreciendo una visión estabilizada de la naturaleza y el medio ambiente circundante.
El pensamiento mítico involucra y relaciona diversos elementos, haciéndolos actuar juntos. Luego organiza la realidad, dando un sentido metafórico a las cosas, a los hechos.
En el tercer nivel, crea relaciones entre los seres humanos y los naturales, manteniendo vínculos secretos que deben ser revelados. El mito nos ayuda a asentarnos en el ambiente en el que vivimos.
Para que el mito sobreviva, es necesario el sacrificio, que ordena nuestra visión del mundo. En muchas sociedades el sacrificio de vidas humanas mantenía relaciones con la divinidad, con el propósito de apaciguar la ira de los dioses.
Los hebreos, según el Antiguo Testamento, ofrecían en sacrificio lo mejor de sus creaciones, generalmente una oveja o un cordero, porque eran las víctimas perfectas, y no reaccionaban ante el sacrificio, de ahí viene la expresión «chivo expiatorio» (el que paga por la culpa del otro). La repetición del sacrificio da lugar al ritual, que es el mito convertido en acción. Con la repetición del ritual, nace la religión.
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