Prólogo es un término usado originalmente en la tragedia griega para referirse a lo que sucedió antes del comienzo de las actuaciones del coro y la orquesta.
Función
El prólogo es siempre una primera parte, una parte a menudo extraña de lo que vendrá después. El prólogo puede ser un monólogo, una conversación, una introducción a una historia.
La función del prólogo es llamar la atención y desaparecer, actuando inconscientemente mientras se desarrolla la trama.
Esta estructura, también ocupada por el coro en Grecia, siempre ha permanecido en las obras literarias y nos ha llegado casi sin haber sufrido cambios.
Historia
El prólogo se originó en la antigua Grecia, y se lo utilizaba mucho en las obras trágicas para denominar todo lo que ocurrió antes del comienzo de las presentaciones del coro y la orquesta; en este momento que precede a la acción dramática el autor aclara el tema de la obra.
Hay varios sinónimos para esta palabra, incluyendo prefacio, preámbulo, introducción y preludio. Este texto conciso que precede al discurso principal es considerado la primera parte de una obra.
Jorge Luis Borges, por ejemplo, asumió la tarea de escribir el prólogo del clásico de Adolfo Bioy Casares, lo cual es bastante inusual, ya que es difícil para un escritor que ha ganado el Premio Nobel desempeñar este papel en el primer libro de un autor recién llegado.
El prólogo se volvió frecuente en las creaciones dramáticas de los siglos XVII y XVIII, generalmente en forma de poesía.
Antes de que comience la obra, un intérprete o narrador recita un texto poético dirigido al público, producido por el autor del espectáculo.
Es común que haga observaciones irónicas en ese momento y pida disculpas al público con respecto a los errores ocasionales de la obra teatral, o que reflexione sobre los temas en los que se centra la obra.
En aquella época había una cierta intimidad intrínseca a esta intervención, que mostraba que había una empatía y unas ideas sociales con el público, prácticamente compuestas sólo por nobles, algo típico de la época en la que tuvo lugar la Restauración de Carlos II, rey de Inglaterra.
Luego el prólogo, debido a su papel en el teatro, se extendió al género literario con la misma función que cumplía. También se convirtió en un discurso que precede o expone al lector un preliminar de la obra.
También comenzó a indicar, en algunos momentos en un sentido metafórico, introducciones o exposiciones de cualquier especie.
Puede ser desarrollado por el propio autor o por un tercero. A diferencia del epílogo, este no es indispensable.
Muchos libros no presentan un prólogo, aunque es fundamental para que el público comprenda las intenciones del autor con una obra determinada o permitirle al autor que ofrezca al lector algunos datos sobre su mecanismo de creación.
En el caso de un prólogo preparado por otro escritor, es esencial que este presente al autor del libro, resalte las particularidades de la narrativa y produzca un análisis conciso o una reseña de la misma.
Es el creador de la obra en cuestión o el editor el que selecciona a la persona que compondrá el prólogo.
Es importante distinguir el prólogo de la introducción y del prefacio. Los expertos de la teoría literaria consideran la primera como una especie de paratexto, ya que se sitúa al margen del discurso central.